Grecia cede. Las
presiones del Eurogrupo, los serios problemas de liquidez y las
tensiones en su sistema financiero llevaron al Gobierno de Alexis
Tsipras a anunciar este martes que solicitará el miércoles una
ampliación del rescate de hasta seis meses, con una fórmula de
compromiso para salvar los muebles en casa, según ha explicado a la
televisión alemana el
ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis. Tras un par de
semanas de fuertes presiones, incluido un ultimátum
del Eurogrupo, Varoufakis ha admitido que Atenas “necesita
prolongar el programa de crédito” para negociar con más holgura un
tercer rescate en toda regla. La partida, con todo, dista mucho de
quedar cerrada. Grecia enviará una carta al Eurogrupo con su oferta, y
los socios del euro evaluarán si cumple lo suficiente las condiciones
impuestas. Solo entonces, si la petición se acerca a las exigencias
europeas, se convocará una reunión extraordinaria en la que se decidirán
los detalles del acuerdo.
Fuentes del Gobierno griego han explicado que Atenas piensa en una ampliación que se distinga claramente del memorándum que ha gestionado la troika (Comisión Europea, FMI y BCE) en los últimos años.
Atenas sigue siendo deliberadamente ambigua: debe contentar a los socios europeos, y a la vez tiene un claro mandato del electorado griego, que votó a Syriza con la promesa del fin de la austeridad, del fin de la troika y del fin del rescate. Varoufakis ha explicado que habrá “evidentemente”, “tres o cuatro condiciones”, que no ha especificado, pero el Eurogrupo habló alto y claro el pasado lunes: los socios europeos están dispuestos a conceder victorias semánticas a Grecia, e incluso a otorgar cierta flexibilidad, pero quieren una victoria en toda regla: una prórroga del actual programa y de la mayoría de sus duras condiciones.
La idea de Atenas es solicitar una ampliación en la línea del plan diseñado por la Comisión Europea en los últimos días.
Ese plan —ver despiece—, sin embargo, ni siquiera ha sido debatido en el Eurogrupo, cuyo presidente, Jeroen Dijsselbloem, ha optado por otra propuesta mucho menos amable que ha llevado a los griegos a rechazar el pacto y al Eurogrupo a plantear un ultimátum. Los socios del euro deberían discutir la propuesta el viernes. Porque el tiempo apremia: varios parlamentos nacionales —el alemán y el finlandés, entre otros— deben votar para que el acuerdo esté listo el 28 de febrero, la fecha en la que expira el rescate.
Fuentes del Gobierno griego han explicado que Atenas piensa en una ampliación que se distinga claramente del memorándum que ha gestionado la troika (Comisión Europea, FMI y BCE) en los últimos años.
Atenas sigue siendo deliberadamente ambigua: debe contentar a los socios europeos, y a la vez tiene un claro mandato del electorado griego, que votó a Syriza con la promesa del fin de la austeridad, del fin de la troika y del fin del rescate. Varoufakis ha explicado que habrá “evidentemente”, “tres o cuatro condiciones”, que no ha especificado, pero el Eurogrupo habló alto y claro el pasado lunes: los socios europeos están dispuestos a conceder victorias semánticas a Grecia, e incluso a otorgar cierta flexibilidad, pero quieren una victoria en toda regla: una prórroga del actual programa y de la mayoría de sus duras condiciones.
La idea de Atenas es solicitar una ampliación en la línea del plan diseñado por la Comisión Europea en los últimos días.
Ese plan —ver despiece—, sin embargo, ni siquiera ha sido debatido en el Eurogrupo, cuyo presidente, Jeroen Dijsselbloem, ha optado por otra propuesta mucho menos amable que ha llevado a los griegos a rechazar el pacto y al Eurogrupo a plantear un ultimátum. Los socios del euro deberían discutir la propuesta el viernes. Porque el tiempo apremia: varios parlamentos nacionales —el alemán y el finlandés, entre otros— deben votar para que el acuerdo esté listo el 28 de febrero, la fecha en la que expira el rescate.
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